Resiliencia e inteligencia emocional en niños

La inteligencia emocional y la resiliencia, no es algo con lo que se nace, por el contrario requiere de un proceso de aprendizaje y de fortalecimiento a partir de las propias experiencias y sobretodo de los referentes o modelos más significativos de nuestro entorno, como pueden ser los padres o cuidadores, así como el contexto educativo.

Por esta razón vienen siendo entonces una habilidad y la capacidad de afrontar circunstancias adversas de la vida para responder de manera asertiva y sobreponernos a ello a la vez que regulamos las emociones, lo cual se enseña y transmite desde la pequeña infancia.

Al ser adultos imaginamos que los niños no sufren de “estrés” o que no tienen ninguna preocupación, olvidando que muchas veces no cuentan con las herramientas necesarias para hacer frente a situaciones que no saben manejar y que aparentemente son fáciles de resolver. Es más no solo la infancia sino también la adolescencia son etapas cruciales y determinantes para fomentar habilidades de inteligencia emocional y construir su resiliencia para la vida adulta.

Para lo anterior, debemos partir de instaurar lazos socio-afectivos estables, que actúen como facilitadores de autoconfianza y confianza en su entorno, brindándoles a la vez sentido de pertenencia e identificación dentro de un grupo social. Por esta razón es importante reconocer las necesidades de nuestros hijos, ayudarlos a expresar sus emociones y sobretodo prestar atención a sus preocupaciones, ya que lo que aparentemente para mí como padre pueda parecer insignificante, para él o ellos puede ser un universo angustiante sin salida y es allí donde a partir del reconocimiento de su necesidad empiezo a construir herramientas para ayudarlo a crecer emocionalmente.

El primer entorno de socialización es la familia, seguido del escolar, donde inician sus primeros pasos en las relaciones interpersonales y allí como padres, se hace visible nuestro temor porque “se sepan defender” y evitaremos que sufran, lo cual puede llegar a construir una visión propia de debilidad, ya que no es el niño, quien resuelve el problema, sino papá o mamá.

Otro aspecto importante para promover su resiliencia e inteligencia emocional es enseñarles sobre el auto cuidado, el amor propio, el establecimiento de límites, es decir hasta donde permitir o tolerar lo que le genera desagrado, la importancia de comunicar sus pensamientos y emociones, aumentar su seguridad para hacer frente a los problemas y establecerse objetivos en un determinado plazo, con el fin de autoevaluarse frente a sus propios retos, que a su vez también lo hará más tolerante ante la frustración.

“EN TRES PALABRAS PUEDO RESUMIR TODO LO QUE HE APRENDIDO ACERCA DE LA VIDA: CONTINÚA HACIA ADELANTE”

ROBERT FROST.

En conclusión no existe un manual o una guía que determine la manera específica de enseñar a los hijos cómo ser inteligentes emocionalmente y desarrollar la resiliencia, solo se construye al exponerse a situaciones dolorosas, donde los padres no acaparan sus herramientas y resuelven todos sus problemas, sino les permiten la seguridad en sí mismos y poner a prueba de lo que son capaces. Sin embargo, como padres debemos estar presente en brindarles contención afectiva, ya que todos necesitamos sentirnos protegidos, amor, empatía, comprensión y escucha activa.

En conclusión no existe un manual o una guía que determine la manera específica de enseñar a los hijos cómo ser inteligentes emocionalmente y desarrollar la resiliencia, solo se construye al exponerse a situaciones dolorosas, donde los padres no acaparan sus herramientas y resuelven todos sus problemas, sino les permiten la seguridad en sí mismos y poner a prueba de lo que son capaces. Sin embargo, como padres debemos estar presente en brindarles contención afectiva, ya que todos necesitamos sentirnos protegidos, amor, empatía, comprensión y escucha activa.

¿QUÉ COMPONENETES SE REQUEIRE PARA DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

El conocido escritor del libro Inteligencia Emocional (1995), Daniel Goleman, hace referencia a los componentes o las dimensiones que se requieren para desarrollar y potenciar dicha inteligencia:

1. Auto-reconocimiento emocional: Resalta la importancia de reconocer nuestras propias emociones, siendo consiente de cómo se manifiestan no solo en nuestro cuerpo, sino también a nivel pensamiento a fin de conocer nuestro mundo interno y buscar la coherencia con nuestro comportamiento.

2. Orientación al logro: Consiste en la motivación propia por orientar nuestra conducta hacia las metas que nos trazamos, sobreponiéndonos frente a las adversidades que se puedan presentar en el camino y de allí la construcción de la resiliencia, donde se ponen a prueba los recursos psicológicos de cada uno.

3. Empatía: En toda relación interpersonal y como seres sociales, necesitamos ser reconocidos y reconocer las emociones de los demás, ya que en la medida en que socializamos expresamos no solo con las palabras, sino también con nuestro lenguaje corporal. Esta capacidad nos permite entonces establecer vínculos y sentirnos acogidos emocionalmente.

4. Habilidades sociales: Como vemos entonces la empatía es la base de las habilidades sociales, favorece una comunicación asertiva y promueve la resolución de conflictos, moldeando la dinámica que establecemos al constituir relaciones familiares, sociales, de pareja y como padres.

Daniel Goleman (1996) Inteligencia Emocional. Madrid: Kairós
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