Síndrome de Burnout y Covid-19 en personal de la salud

Aunque el personal de salud se encuentran  brindando atención y cuidado a personas diagnosticadas con COVID-19, para hacer frente a la pandemia, también en el desarrollo de su labor se ven expuestos a la vulnerabilidad como todo ser humano, pues en el ejercicio propio de su rol se ven inmersos en exigencias psicoactivas, donde involucran un sin número de emociones, e incluso  incertidumbre.

Sumado a ello se enfrentan no solo a sintomatología asociada al estrés, sino que también aparece el Síndrome de Burnout, también conocido como síndrome del “trabajador quemado” o fatiga laboral, caracterizado por un estrés crónico, que tiene un gran impacto en la salud.

Ahora bien, con todos los cambios y transiciones a las que nos ha llevado la pandemia, es de resaltar el arduo trabajo, compromiso y vocación del personal de salud, quien está batallando todos los días contra el virus, lo cual les ha generado un agotamiento no solo físico, sino psicológico y emocional, desencadenando fatiga laboral, siendo entonces un alto factor de riesgo, sumado a las grandes consecuencias a nivel económico y social.

Por tanto, el Síndrome de Burnout, está haciéndose más visible en las organizaciones, ya que ello representa capital humano y un alto índice de rotación de personal, lo cual se debe atender para mitigar otros impactos, sobre todo en la salud mental.

 

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Colombia se estima que uno de cada cinco empleados padece estrés y fatiga, encontrando dentro de las distintas causas, que un gran número de trabajadores al llegar a casa luego de la jornada laboral, continúa revisando correos electrónicos e incluso lo hace en vacaciones.

Es entonces tan grande el impacto, que la OMS, lo clasifica dentro del manual de enfermedades internacionales, caracterizado por: 1) sentimientos de falta de energía o agotamiento; 2) distanciamiento o retraimiento mental en el trabajo o sentimientos de negativismo y 3) bajo rendimiento o eficacia profesional. Todo ello llevado al plano laboral y que de manera indirecta también tiene su efecto en las familias de los profesionales de la salud.

Sumado a ello, existen otros factores que pueden influir en el agotamiento o fatiga laboral, como lo son la edad, las condiciones sociodemográficas, los años de experiencia del personal y sobre todo las características de personalidad y los recursos psicológicos con los que cada uno cuenta para hacer frente a las demandas del entorno, bajo condiciones extremas o de presión.

Algunas revistas científicas se han dedicado al estudio de dicho síndrome y las diversas variables que impactan aún más el diagnostico. Entre dichos estudios, se reveló que, de los médicos chinos, el 50,7% sufrió depresión, el 44,7% trastornos de ansiedad y el 36,1% insomnio. Así mismo siete de cada diez médicos afirmaron haber experimentado sintomatología asociada al estrés.  

¿Cómo reducir los efectos del Síndrome de Burnout?

Reducir los efectos o prevenir el síndrome de agotamiento requiere de recursos tanto psicológicos como físicos, modificar y propiciar hábitos, desde la higiene del sueño, la alimentación y la actividad física, el suministro de  elementos de protección personal por parte de las organizaciones para trabajadores que lo requieran según el área de desempeño, adecuación en las instalaciones de trabajo, favorecer la calidad de relaciones interpersonales entre los miembros  de la organización, favoreciendo canales en resolución de conflictos y atención a las necesidades, entre otros tantos que con pequeños ajustes mejoran la calidad de vida del personal expuesto a diversos factores potenciales de riesgo.

Claramente a medida que el conocimiento y la ciencia avanza, el personal médico regula sus estrategias para hacerle frente a factores estresores asociados al virus, sin embargo, hay estudios e investigaciones que aseguran que, al terminar la pandemia, muchos de los médicos y personal de salud quedara con secuelas relacionadas a estrés agudo e incluso estrés postraumático.

Desde dicho panorama, se hace necesaria la intervención y el fortalecimiento de la salud mental, con el fin de implementar parámetros de atención y cobertura orientados a brindar apoyo terapéutico, no solo al personal de salud, sino también a sus familias como eje social. 

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