ATARAXIA: Calma excesiva

La ataraxia se denomina a un trastorno con base neurológica, en el cual las personas tienden a mantener un estado de ánimo que pareciera imperturbable, son totalmente calmados y sosegados, al punto de reflejar un afecto plano, donde no manifiestan ninguna emoción.

Este concepto también tiene su definición en la antigua Grecia, el cual los filósofos griegos lo explicaban como una cualidad del ser humano al lograr que nada le afecte y permanecer impermeable frente las adversidades, lo que demostraba la elevación de su alma, considerándolo entonces un buen estado de salud mental. Sin embargo, a hoy se hace necesario comprender que reconocer y gestionar nuestras emociones tiene una función adaptativa y nos permite la supervivencia en los diferentes contextos donde interactuamos.

Aunque la ataraxia no se encuentra clasificada dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-V, puede indicar un daño neurológico, causado por alteraciones en diversas regiones cerebrales como: golpes traumáticos  en la cabeza, afectando la manera en la que el sistema límbico interactúa con el lóbulo frontal, (encargado de nuestras emociones), lesión o atrofia de la amígdala cerebral, encargada de regular las emociones en especial el miedo y la sensación de alerta. Igualmente, los accidentes cerebrovasculares pueden causar este daño.

Síntomas

Socialmente podemos relacionarnos con personas que pueden tener este trastorno o incluso podemos ser nosotros mismos, por ello es importante conocer los síntomas, tales como:

  1. Impermeabilidad afectiva: parecen no responder a ninguna emoción, denotándose totalmente serenos, lo cual genera una incapacidad para reaccionar ante los estímulos del entorno, ya que no evidencian cambios o alteraciones en su estado de ánimo.
  2. No manifiestan frustración. No reaccionan frente a los errores, pueden vivir con tal tranquilidad y casi indiferentes a lo que suceda o pueda suceder.
  3. No sienten culpabilidad. No experimentan responsabilidad por sus actos, lo que dificulta la relación con quienes lo rodean, ya sea en el trabajo, con familiares y pareja.
  4. Conductas de riesgo: No comprenden límites o normas sociales, por tanto, no evalúan las consecuencias que pueden traer sus actos.
  5. Apatía: Al no reconocer sus emociones, es ausente el reconocimiento de emociones de los demás, lo cual los puede llevar actuar de manera indiferente e influir en la calidad de sus relaciones.

Identificar estos síntomas y criterios para el diagnóstico, requiere de atención médica especializada y acompañamiento psicológico para hacer más funcional el desempeño de la persona en todas las areas de ajuste: personal, familiar, laboral y afectivo.  

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