Está claro que la actividad física o la practica de un deporte tiene grandes beneficios para la salud no solo física, sino también mental, ya que reduce el estrés y previene la aparición de trastornos o alteraciones en el estado de ánimo, como la ansiedad o la depresión. Sin embargo, como lo vemos ahora en los juegos olímpicos, detrás de cada jugador o competidor hay un “ser” como cualquier ser humano, con una historia personal que ha marcado sus propias estrategias para hacer frente a la frustración. Este contexto requiere de un alto nivel de disciplina y compromiso, lo cual les demanda presión física y mental y sí en la competencia de los gremios del deporte le sumamos aspectos implícitos como los presuntos abusos sexuales que fueron vivenciados por algunas gimnastas de EEUU por parte del médico del equipo “Larry Nassar”, una de ellas Simon Biles atleta de 24 años, quien en los juegos olímpicos refirió «Tengo demonios en mi cabeza” debido a un ataque de ansiedad y menciono a la luz pública la importancia de cuidar la salud mental.
Otra deportista de alta categoría es Naomi Osaka, tenista Japonesa No. 2 en el mundo, quien confesó haber atravesado largos periodos de depresión desde el US Open de 2018 y aun lidia con ellos.
Así como ellas, existen muchos otros rostros del deporte, que, por diferentes aspectos como perdidas de seres queridos o una historia de vida marcada por factores estresantes en el ámbito familiar o distintas variables que interfieren en su vida personal sumados a la presión que exige el deporte de altas ligas como mencione anteriormente, se convierten en una bomba de tiempo que finalmente termina impactando en su rendimiento. No obstante, es de rescatar que a pesar de las difíciles situaciones personales que quizás viven o han vivido los deportistas a través del deporte encontraron sus herramientas para ser resilientes.
Por ello la importancia de fomentar una cultura de bienestar mental en los entornos deportivos, ya que es el pilar de la salud física y es nuestra mente el centro de control de todo lo que somos y hacemos.
La invitación entonces con todo ello es a hacer más visible la importancia de la salud mental y tener presente que somos seres vulnerables y no, que por representar un país, un equipo, una categoría y cumplir las expectativas de los demás, dejemos de lado nuestras emociones y las vivencias que nos aquejan, por tanto es reconocer que se necesita ayuda profesional y muchas veces establecer límites para el propio bienestar.