Muchos no consideran la posibilidad de acudir o consultar a terapia psicológica, ya que en primer lugar existe un gran estigma frente al tema y los prejuicios que cada uno tiene. Sin embargo, lo más importante a la hora de tomar la decisión, es reconocer que no todos los “motivos de consulta” se relacionan puntualmente a una patología o enfermedad mental, también suelen estar asociados a alteraciones emocionales, que a su vez se enmascaran en conflictos de pareja, crianza de los hijos, dificultad en la toma de decisiones, baja autoestima, escasas estrategias en resolución de conflictos, afrontamiento de procesos de duelo, entre muchos otros que disminuyen el nivel de calidad de vida cuando se trata de recursos estabilidad emocional.
No obstante, aun y cuando nos vemos enfrentados a diversas situaciones, nos encargamos de “programar” nuestra mente para hacerle creer que todo está bien, y es allí donde está verdaderamente el punto de partida, el aceptar que “necesito un psicólogo” y que ello no es motivo de vergüenza, por él contrario es una afirmación inteligente, que denota amor propio y autocuidado.
Para determinar si realmente debo iniciar un proceso por psicología o no, es importante evaluar si:
- Constantemente experimentas la sensación de agotamiento, falta o exceso de sueño, al igual que un desajuste en la alimentación, todo ello acompañado de afectaciones de tipo emocional.
- Habitualmente presentas pensamientos asociados a angustia, sin argumentos tangibles o verificables, que tienden a ser repetitivos y quizás incrementa.
- Constantemente tiendes a referirte a ti mismo como “todo lo hago mal” o “nada de lo que hago sirve” “no soy bueno para nada” … entre otros que denotan baja autoestima e inseguridad.
- Experimentas síntomas asociados al estés, por largos periodos de tiempo, debido a situaciones a las que no les encuentras una solución y sientes que te agobian.
- Experimentas sentimientos de cumpla, frustración o impotencia, que te lleva a auto reprocharte constantemente.
- Experimentas sentimientos de minusvalía y vulnerabilidad.
- Has perdido el interés por disfrutar cosas que normalmente disfrutabas.
- Si estas atravesando por una perdida significativa ya sea de un ser querido e incluso aquello que considerabas oportunidad, y no logras regular tus emociones.
- Percibes que no encuentras estabilidad emocional en tus relaciones de pareja o vínculos sociales.
- Percibes una sensación de control exacerbada, que te lleva a la frustración.
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